jueves, 2 de julio de 2015

CONTRIBUCIÓN DEL IMPERIO ROMANO A LA SEGURIDAD VIAL

No se puede pensar que los problemas de tráfico son nuevos en la historia de la humanidad. Si se analiza con detenimiento el pasado, se llega a descubrir que muchos de los asuntos, problemas y soluciones que ahora preocupan de manera angustiosa a la sociedad y que son aparentemente exclusivos del tráfico rodado contemporáneo han convivido con el ser humano desde hace miles de años. No se puede empezar la historia de la seguridad vial, ni la historia del tráfico, partiendo del siglo XIX, pese a que en él se produjera oficialmente la invención del motor de explosión y la eclosión de los grandes problemas del tráfico con ella.

PASO DE PEATONES, IMPERIO ROMANO


En el transcurso del Imperio Romano se producen importantes acontecimientos en el tráfico que han tenido repercusiones directas hasta nuestros días.

El caos circulatorio de sus grandes urbes hizo necesaria la creación de normas. Las leyes reguladoras del tráfico eran de tal importancia que se puede hablar de la existencia de un verdadero código de la circulación. Entre sus normas se encuentran un rudimentario pero eficaz sistema de señalizaciones, que incluía la dirección prohibida, la prohibición de aparcar o normas claras sobre la prioridad de paso, prioridad que dependía básicamente de la edad y del rango de los conductores de los carruajes implicados. Los romanos ya conducían por la derecha.

Las primeras señales las encontramos en la antigua Roma, donde existieron, inteligentemente pensadas, claras precursoras de las señales verticales y horizontales actuales. Por ejemplo, la señal de dirección prohibida, que consistía en un palo que se introducía en un orificio a la entrada de una calle, y que se cambiaba de zona en función del tráfico existente. También se cree que utilizaban algo similar a lo que sería la señal de stop, una estatua del dios Hermes-Mercurio, que se colocaba en los cruces especialmente peligrosos y en donde los carros, por las características del terreno, iban a mayor velocidad.



La calzada se delimitaba a ambos lados con bordillos y no se construía totalmente plana, se “abombaba” en el centro de manera que el agua de la lluvia no se estancase y circulase hacia los laterales de la misma, donde se realizaban unas canaladuras con la finalidad de darle salida. El mantenimiento de la calzada lo realizaban desde el momento en el cual se terminaban las obras de construcción, la conservación era la principal manera de ahorro en la construcción de infraestructuras.






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